viernes, 15 de enero de 2010

Adios a unas placas franquistas

Aquí vemos diversas fotos de sabotajes a las que se vieron sometidas estas placas franquistas del edificio de la Capitanía Militar de Burgos. La de abajo es de Enero de 1997, durante una campaña de apoyo a la Insumisión y de primeras denuncias de los diferentes edificios con lemas franquistas. También hubo diferentes sabotajes en la estación de autobuses, antiguo colegio Francisco Franco y diversas calles de la ciudad. La de arriba es de Julio de 2008, también denunciando las diversas reminiscencias franquistas de la ciudad. Podemos ver como habían protegido con paneles transparentes las placas franquistas, por los constantes sabotajes durante varios años.

Esta era la placa que hacía referencia al nombramiento del dictador Franco como jefe del estado.

Y en la segunda placa, se trataba de un homenaje al general Mola, «que dirigió las primeras operaciones que culminaron en la brillante campaña de Vizcaya, durante la cual encontró honrosa muerte el 3 de junio de 1937».

Finalmente, el Ministerio de Defensa en virtud de la Ley de Memoria Histórica decidió retirar estas dos placas franquistas. El pasado 11 de Enero fueron sustituidas por otras placas. Los textos nuevos de estas nuevas placas aluden a que el 12 de septiembre de 1877 el Ayuntamiento aprobó «por pleno acuerdo» la compra de la Casa de las Cuatro Torres para la construcción de un edificio que albergara la Capitanía General. También se recuerda que el 19 de febrero de 1904 el rey Alfonso XIII aprobó el proyecto, que las obras comenzaron el 16 de agosto de 1904 y que el 10 de septiembre de 1907 el Ayuntamiento hizo entrega de dicho edificio.La segunda de las inscripciones supone un repaso histórico del palacio desde el periodo 1908-1931 -en que fue cuartel general de la Capitanía General de la Sexta Región- a 2006, año desde el cual es sede de la Comandancia Militar de Burgos.

A juicio de algunos burgaleses “la retirada de las placas llega tarde como siempre” mostrando su desconfianza con la actual Ley de Memoria Histórica por su carácter descafeinado que busca más un “lavado de cara” del partido del gobierno y que no muestra verdadera vocación por la restauración de la memoria.Hay quien piensa también que la permanencia de las placas puede servir a modo de “recuerdo vivo” de lo que una serie de reaccionarios amparados por militares facciosos pueden hacerle a un pueblo.
Cabe señalar que Burgos ha sido una de las ciudades donde la permanencia de símbolos franquistas en el nombre de calles y edificios públicos se ha dilatado más en el tiempo. Si finalmente toda esa parafernalia está empezando a desaparecer no es por que las actuales instituciones hagan un “generoso regalo” a los burgaleses, sino más bien por la intensa movilización que colectivos sociales llevaron acabo en su día por la retirada de esos símbolos.

domingo, 10 de enero de 2010

Charles(Charlie) Matthews, el que volvió de la muerte.


Charlie nació en 1919 en Londres aunque de orígenes Irlandés y murió el 14 de Enero de 2005. En su juventud Charlie creció en el oeste de Londres y vivió con su mujer Jean en Cornwall. Se unió a la Liga Joven Laborista para manifestarse en contra de los fascistas en Hammersmith Town Hall. Entonces se unió a la Liga Joven Comunista y tomó parte en la Batalla de Cable Street. Donde Charlie fue golpeado sin sentido por un inspector de policía.


Mosley el hijo del líder del partido fascista inglés en los años 30, los conocidos como camisas negras y su partido se encontraba en pleno auge, al igual que los nazis alemanes y los fascistas italianos y españoles, sintiéndose fuertes para organizar una marcha por un barrio obrero y de alta población judía del este de Londres. Todos los partidos de extrema derecha tienen una agenda de confrontación física y Mosley iba a sacar a su infantería de Black Shirts.La respuesta fue proporcional a la provocación y miles de mujeres y hombres ingleses, irlandeses y judíos, muchos de ellos comunistas, decidieron cortar les el paso. Se cruzó un camión en medio de la calle tomada por gente que puño en alto resistía las brutales cargas policiales. Puños, palos y piedras sirvieron para acorralar a los fascistas y la imagen de Mosley huyendo en un coche enterró las opciones de alcanzar el poder del fascismo ingles. Esa fue la batalla de Cable Street.


Habiendo participado de primera mano en la batalla de Cable Street y combatiendo al fascismo en las calles de Londres, Charlie decidió unirse a la lucha contra el fascismo en España. Salió solo de la Estación Victoria con un billete de fin de semana en febrero de 1938. Bajo estrictas instrucciones de no hablar con nadie. Se trasladó en tren a Corbiéres, cerca de Perpignan, donde se unió a otros voluntarios. Después de una comida, fueron llevados en coche a las cercanías de los Pirineos, llevando solo como calzado unas alpargatas. Al abrigo de la oscuridad, así esquivaron a los aduaneros franceses, cruzaron la frontera dentro de España. En unas 17 horas llegaron a una fortaleza en Figueras donde las condiciones eran malas y muchos voluntarios empezaron a sentirse a disgusto. Después de un par de días ahí, Charlie fue llevado por la costa hacia abajo en tren y entonces tierra adentro a Albacete, Cuartel General de las Brigadas Internacionales. Unos pocos días de entrenamiento en Tarazona y distribuyendo les rifles rusos antes de ser enviados al frente de Aragón. Donde el batallón justo había tenido un “poco de pelea”, como Charlie sarcásticamente lo llamaba.


Fueron trasladados al Valle de Chebola para seguir el entrenamiento antes de cruzar el Río Ebro el 25 de Julio y alcanzar posiciones cerca de Gandesa. Esto fue peligroso y difícil durante el recorrido por la carretera a Gandesa, bombardeados durante todo el día, saltando a las cunetas cuando escuchaban llegar los aviones.
El 23 de Septiembre, el día que dijeron a los brigadistas que iban a ser retirados, Charlie Matthews con otros voluntarios, fueron cogidos prisioneros. Inmediatamente después de su captura, fueron puestos en fija, con sus manos atadas a la espalda. Pensaron que iban a ser fusilados.
Foto de Frank West en el frente del Ebro.

En vez de fusilarles, fueron trasladados a una prisión en Zaragoza (la Academia Militar) y unos días después a Burgos, al Monasterio de San Pedro de Cardeña. San Pedro era un lugar terrible. No había suficiente comida y todos los prisioneros estaban andrajosos y sin ropa suficiente. Había grupos de siete prisioneros angloparlantes, Ingleses o Irlandeses, entre quienes estaban George Wheeler y Frank West. Para pasar el tiempo, Charlie dibujó pinturas de la inspiración del hambre, como salchichas y pure, en los muros de la prisión. Los prisioneros fueron finalmente llevados a San Sebastian, una prisión civil, donde esperaron al intercambio de prisioneros. Charlie fue repatriado en Febrero de 1939.
Durante su estancia en España divulgaron la muerte de Charlie en acción. Esta fue tres meses antes que llegara a casa y se reuniera con su familia. Todavía conserva una copia de la revista “Challenge”, la cual publicaba su esquela “el chico que combatió los fascista”.

Charlie Matthews, brigader who came back from the dead.

As a young man Charlie, who grew up in west London, lived with his wife Jean, in Cornwall, joined the Labour League of Youth but was expelled for demonstrating against the fascist at Hammersmith Town Hall. He then joined the Young Communist League and took part in the battle of Cable Street, where he was punched unconscious by a police inspector.
Having seen fascism in action on the street of London, and experienced at first hand the response of the forces of law and order, Charlie was keep to help fight fascism in Spain. He left Victoria Station on his own on a weekend ticket in February 1938, under strict instructions to talk to no one. He travelled by train to Corbiéres, near Perpignan, where he joined other volunteers. After a meal, they were taken by coach into the foothills of the Pyrenees where they were issued with rope-soled slippers(alpargatas). They set off under cover of darkness, so they could dodge the French border guards and cross the border into Spain.
After 17 hours they arrived at the fortress of Figueras where conditions were poor and many volunteers became lousy. After a couple of days there, Charlie was taken down the coast by train and then inland to Albacete, International Brigade headquarters. After a few days there, they were taken to Tarazona for training, and issued with Russian rifles before being sent to the Aragon front, where the battalion had just come out of “a bit of a bust-up”, as Charlie euphemistically put it. They moved on to Chebola Valley for more training before crossing the River Ebro on 25 July and moving close to Gandesa. This was difficult and dangerous as they were Stukker-bombed along the Gandesa Road for days on end, diving into ditches when they heard the bombers coming.
On 23 September, the day the Brigaders were told that they were to be withdrawn Charlie Matthews, with other volunteers, was taken prisoner. Inmediately after their capture, they were linep up, hands tied behind their backs. They thought they were going to be shot.
Instead, they were taken to prisons in Zaragoza, Burgos and San Pedro de Cardeña. San Pedro was a terrible place. There was not enough food, and everyone was in rags and tatters. There was a group of seven English-speaking prisoners, either British or Irish, amongst whom were George Wheeler and Frank West. To while away the time, Charlie drew pictures of mouth-watering dishes, such as sausage-and-mash, on the prison walls. The prisoners were finally taken to San Sebastian, a civil prison, where they awaited a prisoner exchange. Charlie was repatriated in February 1939.
During his time in Spain, Charlie was reported killed in action and it was three months before he arrived home and the family were reunited. He still has a copy of “Challenge” magazine, which referred in its obituary-to the van-boy who fought fascists.
Taken from Pauline Fraser´s interview with Charlie and Jean Matthews at their home on 16 August 2004.
Published in The Volunter, Alba magazine.



viernes, 1 de enero de 2010

Asesinados en Burgos con nombres y apellidos en 1936


Constancio Angulo Díez, José Huidobro González, Eusebio Francés Díez, Víctor Valladolid García, Dámaso Barriuso, Julián Cano Pereda, José Cimadevilla González, Atico Conde González, Mariano Gallego Miguel, Alfredo Delgado Calvete, Dionisio Ibáñez Torre... Sus nombres no son tan conocidos como los de Domingo Batet Mestres, Antonio José, Luis Labín Besuita o Félix Ramiro Zapaterín pero la historia de unos y otros está cosida por el mismo hilo de sangre tejido durante la Guerra Civil en Burgos. Estos nombres y apellidos forman parte de los perseguidos
por los sublevados durante el primer año de la contienda fraticida. 135 fusilados sin ningún tipo de juicio y 126 detenidos.
Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso, padre e hijo, los han recuperado y recogido uno a uno en La Guerra Civil en Burgos. Fusilados, detenidos y represaliados en 1936. «Es un libro necesario. Es un reconocimiento a todos los burgaleses que por uno u otro motivo, por sus ideas principalmente, fueron fusilados durante la Guerra Civil y es significativo lo sucedido en Burgos», expone Cardero hijo sobre la aportación de este nuevo título sobre la Guerra Civil al que releva su padre. Cardero Azofra llama la atención sobre el elevado número de represaliados en Burgos, donde más junto a Pamplona, a pesar de que fueron las dos únicas ciudades proclives a la sublevación militar por lo que no fueron escenario de enfrentamientos cuerpo a cuerpo. «Donde hubo guerra es fácil que la represalia se cumpliera por que los rojos podían haber fusilado o detenido a gente, pero aquí no se daba ese caso. Fue simplemente una revancha de coger a la gente de izquierdas y hacerla desaparecer. Ni más ni menos. Porque Burgos nunca había sido partidaria de la República, siempre habían ganado aquí las fuerzas de derecha y esto había calado en el pueblo, por lo que ni se levantó ni hizo nada, más que apoyar a los militares golpistas», analiza.