jueves, 19 de septiembre de 2013

Fallece Jules Paivio, último brigadista superviviente del Campo de Concentración de San Pedro de Cardeña

 
Jules Paivio, arquitecto, profesor y último voluntario del batallón canadiense Mackenzie-Papineau, popularmente conocidos por Mac-Paps, intregados en la XV Brigada Internacional. Participaron 1500 canadienses, de los que 400 fallecieron, con un alto porcentaje de judíos y tres cuartas partes de miembros del Partido Comunista. Uno de los organizadores y responsable del reclutamiento de los voluntarios. Tambien fue el último Brigadadista Internacionales que combatió en la Guerra Civil para defender la segunda República y que dió con sus huesos en el Campo de Concentración de San Pedro de Cardeña. Cerca de 1000 internacionales pasaron por esta prisión franquista, de los que 31 eran canadienses.

Falleció en su país el pasado 4 de septiembre a los 97 años. Con 94 había solicitado la nacionalidad española prometida por el presidente Juan Negrín a los brigadistas en 1938, cuando terminara la guerra. Viajó 60 kms, desde la residencia donde vivía, hasta Ottawa para solicitar la nacionalidad española el 12 de diciembre de 2011 . La obtuvo el 25 de enero del 2012, cuando el cónsul general de España en Toronto le entregó su pasaporte. A la pregunta de:
-¿ Aprovecharás el pasaporte para viajar de nuevo a España como español?
-Será maravilloso, espero que pueda.

 
Jules Paivio creció al norte de Ontario, en el seno de una familia de padres finlandeses emigrados a Canadá que creían en la justicia, la libertad y una sociedad justa para todos. A sus 19 años Jules Paivio vino a España para unirse a la lucha contra el fascismo. No tuvo valor de decir a su madre que iba a la guerra, solo que eran unas vacaciones. Fuera de casa, en la nieve, dijo a su padre, editor de un periódico de izquierdas publicado en finlandés, que se marchaba a combatir contra el fascismo. Tras un abrazo y dolorido por la marcha de un hijo, sintió un gran orgullo por su hijo.
Llegó pronto y en el primer grupo de canadienses en marzo de 1937, cruzando a pie los Pirineos. Participó en las batallas del Jarama y Brunete. Luego trabajó como topógrafo en la base de Albacete hasta que, en marzo de 1938, se unió de nuevo al batallón. Fue en el mes de las "retiradas", es decir, de la ofensiva franquista de Aragón. Jules era el jefe de una sección de la 1ª compañía. El 1 de abril de 1938, Paivio fue hecho prisionero por los Flechas Azules italianos en Calaicete. Ese día fueron capturados 15 canadienses.
El primer interrogatorio fue breve:
-“¿Nacionalidad?”

-“Canadiense.”

-“¿Rango?”

-“Privado.”

-“¿Porque has venido a España?”

-Estaba orgulloso de su rápida respuesta,”A luchar por la República.”

-“¿Eres Comunista?”

-“Soy un antifascista.”
                                                        Carl Geiser y Jules Paivio.

Años después, supo porque le perdonaron la vida, había ordenes de no ejecutar a los Brigadistas Internacionales. Los italianos de Mussolini necesitaban los brigadistas para ser intercambiados por sus soldados en manos de la República. Cerca de 400 fueron hechos prisioneros en la Batalla de Guadalajara, la primera batalla ganada al fascismo.
Jules fue trasladado, junto a decenas de camaradas, en tren a la Estación de Burgos, desde Zaragoza. En camiones cruzaron de madrugada la ciudad y los 11 kilómetros hasta llegar a las 2 de la mañana del 8 de abril de 1938 al campo de concentración de San Pedro de Cardeña. Allí padecieron las visitas propias del aparato de terror nazi-fascista, con frecuentes visitas de la Gestapo. Bajo la influencia de ésta, el psiquiatra Vallejo-Nájera aprovechó la presencia de ese material humano para hacer estudios sobre el "gen rojo". Pretendía demostrar que el fanatismo marxista era una perversión de la naturaleza, más propio de los seres con inferioridad mental o tendencia a la psicopatía antisocial. Paivio participó en dicho estudió, junto con los compatriotas canadienses y enclavado en el estudio general de brigadistas británicos. Vallejo-Nájera manifestó en sus resultados, que cerca del 60% de los canadienses se alistaron por “fanatismo político” y el 68,75% mantenían sus ideas ante la prisión, “apreciamos que en nada han modificado el preconcebido
antifascismo de estos individuos, en su mayoría incapaces de una reflexión crítica”.
Jules Paivio ya había declarado el 23 de abril de 1938, en su primer interrogatorio en San Pedro de Cardeña, que “desde luego vino voluntario a pelear por sus ideas liberales y antifascistas.......sitiendo..el encontrarse en esta zona por no defender hasta el último momento sus ideales”.
No escondió sus fuertes creencias antifascistas y no dió ningún dato rebelador de carácter militar, incluso mintió al decir en las batallas que había participado o la fecha de su llegada. Pasó 10 meses en el viejo monasterio convertido en prisión. Participó en el Instituto Superior de Enseñanza de San Pedro, como un alumno aventajado. También colaboró en el clandestino “Comité de la Casa”como importante representante del colectivo canadiense, trasladando las consignas y demas remanentes de los paquetes recibidos.
El 23 de enero de 1939, fue trasladado junto con los canadienses a la Prisión de Ondarreta en San
Sebastian. Siendo intercambiado, por soldados italianos en manos de la República, el 5 de abril de
1939.
 
El regreso no pudo ser más descorazonador. Como "premio" por haberse anticipado a la lucha contra el fascismo que ya alboreaba en Europa, el gobierno canadiense encargó a la Policía Montada que vigilara a los voluntarios de España, algo que según la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) hizo hasta hace muy pocos años. A día de hoy, todavía no se ha reconocido oficialmente en aquel país, el papel de los brigadistas internacionales de Canadá en la Guerra de España. El Museo Nacional de Canadá no los menciona. Tan solo el esfuerzo de los propios veteranos, de sus amigos y de alguna que otra autoridad, como la del Gobernador General Adrienne Clarkson, permitió levantar algunos monumentos de homenaje y recuerdo como los existentes en Ottawa, Montreal, Victoria y otras localidades.
El padre de Jules Paivo, el poeta escritor fino-canadiense Aku Paivo, escribió estos versos, pertenecientes al poema “To my son in Spain”, en el que alienta a destruir el fascismo, al que califica como envilecedor del pueblo:



El tiempo pasa, y en la espera
llegan noticias
de que superas obstáculos, pero
has llegado a tu destino: España.
Más noticias.
Tallos de la muerte, pero has sobrevivido.
Oigo que
con tus bravos compañeros
estás con honor haciendo lo que se debe hacer.

Fuentes;

Prisoners of the Good Fight, libro de Carl Geiser.
Archivo General Militar de Ávila.
Archivo Intermedio Militar Noroeste de Ferrol.
Renegades. Canadians in the Spanish Civil War, libro de Michael Petrou.
Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales.
Fuentes propias del autor.