El Brigadista Internacional David Lomon, ya se encuentra en Madrid para participar en los actos del 76 aniversario de la Defensa de Madrid.
David(foto de la izquierda) participó en octubre del año pasado en una charla y inauguración del monumento a las Brigadas Internacionales en la Ciudad Universitaria. Tuve la suerte de poder charlar con él y alguno de sus familiares, le entregué un cartel de los actos convocados con motivo del 75 aniversario del Campo de Concentración de San Pedro de Cardeña. David estuvo preso en esta prisión y yo le pregunte, se emocionó al ver el cartel de la convocatoria, pero por desgracia su memoria no recordaba demasiadas cosas de las que pasaron en este campo de concentración.
Ahora a dejado escrita una carta que os reproduzco y que amablemente a distribuido la AABI.
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
LAS BRIGADAS INTERNACIONALES
El fascismo y la opresión se extendieron por Italia, Austria y
Alemania. La amenaza a Europa y Gran Bretaña iba creciendo día a día. En
España Hitler y Mussolini ayudaron al general fascista Franco. Fue en
1936 y comenzaron apoyando el puente aéreo de los miles de soldados
españoles y moros que pasaron de África a España para lanzar la guerra
contra el gobierno elegido en España. Hitler siguió suministrando
aviones de guerra con sus tripulaciones.
En Gran Bretaña, los
“camisas negras” fascistas, seguidores de Hitler y Mussolini y dirigidos
por Oswald Mosley, difundían sus ideas venenosas y estaban ganando
apoyo en todo el país. En su intento por ganarse el favor de Hitler
emulando sus mítines en Berlín, Mosley organizó una gran manifestación
en Londres en la que los “camisas negras” y otros grupos de la derecha
antisemita harían una marcha el 4 de octubre en East End, el barrio al
este de Londres donde había más población judía.
Ante la
noticia, muchos grupos antifascistas unieron para impedir la
concentración. Y así, en la mañana del 4 de octubre de 1936 se citaron
en Cable Street para gritar “¡No pasarán! ¡No pasarán!”. Así comenzó lo
que desde entonces se conoció como la batalla de Cable Street. A lo
largo de toda la marcha hubo sangrientos enfrentamientos. Al final la
policía intervino dispersando a los que marcha y llevándose escoltado a
Mosley y sus partidarios fuera de Londres. La noticia de la batalla de
Cable Street y de la humillación que supuso para Mosley se difundió por
todo el país. Este fue el punto de inflexión y el comienzo de la caída
del movimiento fascista en Gran Bretaña.
Mural en la Calle Cable Street de Londres.
Para mí, como para tantos otros, la lucha contra el fascismo no había
terminado, no había hecho más que empezar. Comencé a pensar en hacer
algo más activo contra Hitler, Mussolini y Franco, así que decidí unirme
a la Brigada Internacional recién formada y ayudar al pueblo español en
su lucha contra las fuerzas del fascismo que amenazaban a su país y al
mundo entero. Entré en contacto con la Liga de Jóvenes Comunistas, el
grupo que estaba organizando los viajes a España y que me proporcionó un
billete de tren para una escapada de fin de semana en París, que no
requería pasaporte. Me aconsejaron que cambiara mi apellido de David
Solomon por otro menos aparentemente judío; al ir a luchar contra los
fascistas, si tenía la mala suerte de ser apresado, podría ayudarme a
sobrevivir (no imaginaba yo entonces cuánta razón tenían). Así que
eliminé las dos primeras letras de mi nombre y me convertí en David
Lomon, nombre por el que todavía hoy soy conocido.
Dejé una
carta a mi madre y mis hermanas, en la que no les confesé mis
intenciones, y me puse en camino hacia París. Pasé dos noches en un
local del Partido Comunista en París donde fui inscrito y me hicieron
un examen médico. Me uní a grupos de hombres con parecidas ideas
procedentes de
muy diferentes países y a la mañana del tercer día
nos llevaron en autobús a las estribaciones de la Pirineos. Llegamos
por la noche y nos estaban esperando dos guías españoles con los que
iniciamos la marcha. Había unos guardias fronterizos franceses que,
increíblemente, nos dieron la espalda y miraron a otro lado. La subida
nocturna por la montaña fue ardua y peligrosa, pero la expectativa de
ver el final de nuestros esfuerzos hizo que nadie se quejara.
Al
amanecer nos dijeron que habíamos llegado a España. Agotados, pero
llenos de esperanza, nos acogieron soldados españoles que sin perder
tiempo nos llevaron en camiones a Figueras donde nos alojaron en lo que
nos pareció una antigua fortaleza árabe. En los días siguientes se nos
unieron otros pequeños grupos de hombres y finalmente nos llevaron en un
largo viaje por carretera hasta la base de entrenamiento de las
Brigadas Internacionales.
Fue allí donde encontré a hombres y
mujeres de toda Gran Bretaña. Venían de todas las clases sociales y
creencias políticas: mineros, abogados, doctores, obreros, trabajadores
portuarios… todos estaban allí, incluso combatientes de la Primera
Guerra Mundial; pero estábamos allí con una misma finalidad: luchar
contra el fascismo y por la libertad del pueblo español. El
entrenamiento fue largo y duro y tuvimos que conformarnos con armas
antiguas, en su mayoría de antes de la guerra de 1914-18, y con las
viejas ametralladoras rusas. La comida no era mucho mejor: carne de
burro, sardinas y alubias era nuestra dieta básica. Sin embargo,
estábamos tan determinados a superar todas las dificultades que acabamos
por aceptar lo que nos daban y la instrucción que hacíamos. Después de
todo no habíamos ido a España a comer sino a pelear. Me enseñaron a
disparar la ametralladora rusa Maxim, un arma vieja y pesada que se
refrigeraba con agua y requería mucho mantenimiento. Recuerdo que en
una ocasión en que estábamos luchando en una zona alta de montaña, se
congeló el agua y entonces descubrimos otro uso para el brandy español:
sustituimos el agua por brandy y la ametralladora siguió disparando.
Cuartel General de la XV Brigada en Agosto de 1938 en el Frente del Ebro.
Los españoles eran fantásticos, con una actitud increíble hacia la
vida. Su gobierno estaba haciendo lo mejor posible para mejorar su nivel
de vida, teniendo en cuenta que la mayor parte de su vida tuvieron que
aguantar la represión, la pobreza, la mala alimentación y los malos
tratos. Tenían muy poco, pero compartían con nosotros lo poco que
tenían.
La guerra, sin embargo, no iba bien. El bombardeo
constante de los pueblos y aldeas estaba pasando factura. El ejército
fascista español, bien equipado y reforzado con las tropas moras e
italianas, seguía ganando terreno en todas partes. Málaga y Teruel
habían caído y ahora se dirigían de nuevo a Madrid. Las Brigadas
Internacionales habían hecho lo posible para salvar Madrid, pero la
presión era intensa. Estuvimos luchando a lo largo del río Ebro en la
que iba a ser mi última batalla. Fui capturado por tropas italianas,
aunque no sé exactamente cómo sucedió aquello, ya que me encontraron
boca abajo e inconsciente. Lo último que recuerdo fue la defensa de un
puente en algún lugar a lo largo del Ebro y mi despertar en la parte
trasera de un camión custodiado por las tropas italianas.
Vehículo motorizado de las Flechas Negras Italianas en la Guerra Civil .
Me llevaron, junto con otros presos, al antiguo monasterio de San
Pedro de Cardeña. Estuvimos hacinados en el sótano, donde muchos
murieron por falta de atención médica y de alimentos. Pronto nos
organizaron por grupos. El mío, compuesto principalmente por
combatientes británicos, fue trasladado a un campo de prisioneros de
guerra en Palencia. Allí pasé unos meses horrible. La Gestapo venía cada
pocas semanas a llevarse ciudadanos alemanes y, en particular, a
judíos. Fue entonces cuando agradecí el consejo que me dieron en Londres
de cambiar mi nombre; eso me salvó la vida.
Un día en que
estábamos agrupados nos dijeron que uno de cada cuatro de la lista iba a
ser canjeado por cuatro de sus propias tropas capturadas. Para mi
alivio, yo estaba en la lista de intercambio. Nos llevaron a un lugar de
la frontera francesa, donde se procedió al intercambio. Luego nos
llevaron en tren hasta la costa y nos embarcaron en un buque que nos
devolvió a casa.
Durante la Guerra Civil española, los gobiernos
de Francia y Gran Bretaña dieron la espalda a lo que estaba ocurriendo
en España y al papel activo que Alemania e Italia estaban jugando allí.
Un año después del final de la guerra española, cuando Hitler y
Mussolini desencadenaron la guerra tras ganar una gran experiencia
operativa a costa de los españoles, ambos pagaron el precio de su
indiferencia.
Presos Británicos de las Brigadas Internacionales, probablemente en Palencia.
Me han dicho que soy uno de los tres únicos brigadistas que
sobreviven en Gran Bretaña y el último judío combatiente en España. Me
resulta difícil creerlo. Si todavía hay algún otro como yo que no se
haya dado a conocer por la razón que sea, por favor, hacédmelo saber por
si pudiera ayudar algo con mi vieja memoria. Tengo 94 años y me
gustaría llenar algunas lagunas.
Salud
David Lomon 4/11/12